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El aporte de los medios masivos de comunicación a la creación de un imaginario social (página 2)




Enviado por Alcaraz Ignacio



Partes: 1, 2, 3, 4

1.1.- La cuestión social

La posmodernidad
trajo aparejada una tensión entre el "orden" y la
diversidad. La "aldea global" acabó con los símbolos propios de cada cultura sobre
los cuales las sociedades
sustentan la construcción de su identidad. La
imagen social
comenzó a presentar una polarización que se
incrementa en forma permanente. Por un lado, surgen y se
incrementan día a día, los barrios cerrados, los
countries, los shoppings, los complejos cinematográficos,
y los centros educativos y recreativos privados, por otro, como
contratara de una misma moneda, surgen y se incrementan
igualmente, las villas miserias, los espacios empobrecidos, los
asentamientos, las ocupaciones de fábricas abandonadas
donde vivir, las zonas liberadas de toda autoridad
estatal, y los basurales avenidos en espacios recreativos.

La totalidad de los sujetos de esta sociedad de
transición no resulta asimilable a lo que el imaginario
colectivo asignara al "ciudadano". La diversidad social
creó y colocó al "otro" en una situación de
particular vulnerabilidad.

Esta apreciación se reafirma a través de los
medios,
pudiendo leerse titulares que rezan: "CAYÓ EL ASESINO
DEL INGENIERO BARRENECHEA"
(Crónica TV; C5N; TN,
24/10/08), "EL CASO DEL ASESINATO DEL INGENIERO
BARRENECHEA"
(Clarín, La Nación,
Crónica, Perfil); "El ASESINATO DEL INGENIERO DE SAN
ISIDRO"
(La Nación,
Infobae), "A UN MES DEL ASESINATO DEL INGENIERO
BARRENECHEA"
(Perfil: 21/11/2008). "EN UNA VILLA DE LA
MATANZA…"
(Clarín, La Nación,
Crónica); "EN LA VILLA PUERTA DE HIERRO…" (Crónica TV; C5N; TN,
Perfil)

A simple vista, parece que la muerte del
Sr. Barrenechea no fuera tan importante como resultó serlo
la muerte del
Ingeniero Barrenechea, tampoco se trata de cualquier
ingeniero y esto surge reafirmado en los mismos titulares, se
trata de un Ingeniero de San Isidro. Seguramente, es
porque en el imaginario social, es el "ingeniero" quien
más se corresponde con el "ciudadano", y resulta merecedor
de una mayor respetabilidad, cuanto más, si habita en San
Isidro.

A contrario, que el delincuente haya salido de una
villa permite hacer extensiva la concepción
prejuiciosa de que las villas están plagadas de delincuencia,
cuanto más, cuando la villa se halla inserta en La
Matanza
y se pretende instalar en la ideología social que es en La Matanza donde
habitan los delincuentes, los que cobran los planes que se pagan
con el dinero de
los "ciudadanos", los que acompañan a Luis Delía,
los que protagonizan un piquete, y los utilizados por los
gobiernos de turno en las elecciones.

Las mentadas diferencias pusieron de manifiesto una
relación de fuerzas sociales específicas que son
diferencias de poder. De
poder político y poder económico, y
consecuentemente, de poder cultural y discursivo.

Son "los de adentro" que comenzaron a librar una guerra formal
contra "los de los márgenes", bajo el pretexto de un
clamor de justicia,
porque "transgreden las normas" de un
modo duradero y no solamente incidental[4] y respecto de los
cuales "hay que hacer algo".

La nueva estructura
social descubrió una crisis
generalizada, no solo de la sociedad, sino también de cada
uno de sus aparatos ideológicos  y represivos. Los
medios masivos de comunicación no resultan ajenos a este
proceso, sino
que por el contrario, como productores de ideología
salieron a participar activamente de la conformación de un
imaginario social que incremente la brecha entre los unos y los
otros.

Desatada la "guerra", el Estado se
vio obligado a salir a gestionar el "caos" intentando, aunque
infructuosamente, prolongar la supervivencia de sus instituciones
fundamentales.

La prisión, la familia
nuclear, la escuela y las
profesiones se hallan atravesando un proceso agónico y las
innovaciones modélicas intentadas resultaron
alarmantemente estériles. Aún así, el
estado insiste
con la esperanza en que algunas "soluciones",
más cosméticas que fundamentales, puedan detener el
cambio social.
"Los ministros competentes no han dejado de anunciar reformas
supuestamente necesarias. Reformar la escuela, reformar la
industria, el
hospital, el ejército, la prisión: pero todos saben
que estas instituciones están terminadas, a más o
menos corto plazo. Sólo se trata de administrar su
agonía y de ocupar a la gente hasta la instalación
de las nuevas fuerzas que están golpeando a la puerta. Son
las sociedades de control las que
están reemplazando a las sociedades
disciplinarias
"[5].

Las pautas sobre las que se sustenta el pretendido orden
social se fundamentan en la exclusión. Las políticas
públicas intentan restaurar la disciplina y
el orden sobre la base de la articulación de medidas
puntuales, que ni siquiera resisten su confrontación con
el paradigma de
la Constitución Nacional y el Estado de
Derecho, pero que tampoco terminan de conformar a las
víctimas. Las pretensiones, tanto del Estado como de los
"ciudadanos", están cargadas de una ideología
discriminatoria repleta de prohibiciones y castigos, hartamente
incrementada por los medios de
comunicación.

Las conductas "desviadas" son reprimidas institucionalmente
debido a una percepción
estática de una realidad extremadamente
dinámica y la recurrencia a utilizar
racionalidades propias de la sociedad disciplinaria en el marco
de las sociedades de control. Va de suyo, que cualquier estrategia
institucional que convalide estas instancias de
restauración ordenadora termina siendo necesariamente
autoritaria e inútil.

Ante estas circunstancias, resulta indudable la derrota de los
míticos paradigmas de
resocialización y reinserción
social pero, aún así, es posible que se hayan
cumplido los objetivos
simbólicos del encierro, ligados a la reproducción de la gobernabilidad,
facilitando la identificación y cooptación de los
"delincuentes" que el sistema persigue
y  "demostrando" la eficiencia del
mismo[6]

La demanda de
penas más graves -incluida la de muerte-, de una mayor
dureza policial, de mayor severidad jurisdiccional, de más
cárcel, son las rudas muestras de esa cultura punitiva que
cada vez invade más todos los rincones de la sociedad.
Mientras tanto, se entorpece la aplicación del sistema
penal para aquellos comportamientos que desde estamentos
estatales violan los derechos fundamentales de
las personas.

Un detalle sorprendente de la información resultó en la
afirmación de la autoría material sumada a la
supuesta edad del "malviviente". A escasas horas de la
detención se proclamaba a través de todos los
medios masivos de comunicación que el "ASESINO" se
llamaba  BRIANGONZALO BARRERAy tenía 19
años de edad, a pesar de que él gritara a viva voz,
y sus padres le comunicaran a todos los medios que solo
tenía 16 años. Como confiar en la
información criminal cuando no se había constatado
siquiera su certificado de nacimiento. Al respecto, narraba una
periodista, que en la jornada de la detención, y luego de
una nota en la villa, había llevado consigo una copia de
la partida de nacimiento del menor. Al llegar a la redacción, su jefe se comunicó con
el Jefe de la Policía de la Provincia de Buenos Aires,
Daniel Salcedo, quien confirmó que tenía 19
años. Inmediatamente después, su jefe
aseveró que el detenido tenía 19 años, que
la copia de la partida de nacimiento era falsa, y para rematarlo
escribió en recuadro, en la misma nota, la
aseveración de la edad.  

Siguiendo la ideología del miedo y la supuesta
necesidad de represión, la edad del supuesto involucrado
autorizó a cargar las tintas sobre la importancia de
disminuir la edad de imputabilidad. Solución
cosmética que volvió a marcar una fractura
social.

La producción social y simbólica de los
"otros", la alteridad, está apoyada en una doble lógica:
la identificación atribuida entre diferencia y
desigualdad; que hace inmutable la diferencia y naturaliza la
desigualdad. Y  la alteridad que hace que esos otros
diferentes, se conviertan en extraños primero, y en
enemigos, después, siendo necesario excluirlos.

Los "otros" son vistos como sujetos "peligrosos",
incorregibles, aterradores, hostiles y terriblemente violentos.
"Si se les permitiera hacer las cosas a su manera,
invadirían, conquistarían,
esclavizarían…Por lo tanto, hay que mantenerse
siempre vigilantes; mantener seca la pólvora, como se
dice, armarse y modernizar las armas, ser
fuertes como para que el enemigo lo note, admita su debilidad y
abandone sus malas intenciones"[7].

No es casual que ante la noticia del asesinato del ingeniero
Barrenechea desde diversos sitios mediáticos se instauraba la idea de que las
villas resultaban aguantaderos de delincuentes, propulsando,
aunque sutilmente, su destrucción. Hace pocos días,
aún cuando Brian B. ya había sido desvinculado de
la autoría del homicidio, el
periodista Eduardo Feimman presentaba una avance de una nota de
Klipan diciendo: "ESTE ES EL BARRIO DONDE VIVEN LOS
ASESINOS"
, colocando a todos los que allí viven, a
todos los "otros" en una misma bolsa de gatos.

Tampoco es casual que hayan surgido comentarios pretendiendo
la muerte de todos los habitantes de las villas, de esos
"otros".

Pero los "otros" son los sujetos que han fracasado en el
proceso fundamental de socialización que permite que los hombres
coexistan de manera ordenada en una sociedad objetivada; donde
los "roles" de cada uno representan un "orden institucional" que
se quiebra ante
determinadas conductas desviadas. Una vez que esa
institucionalidad se quebranta a partir de la infracción,
queda abierta la instancia coactiva contra los transgresores.
Quienes ponen en crisis con conductas inadecuadas la
institucionalidad, deben ser destinatarios de la coacción
social, hayan o no cometido un delito, porque
son "enemigos", a los que el estado "debe" combatir. No importa
que sean limpiavidrios, cuidacoches, cartoneros, prostitutas,
homosexuales, o simplemente "barderos". Son "terroristas
internos" que generan la inseguridad
urbana que habilita la punición. Son los que redefinen el
espacio público y el paisaje social con su presencia. Se
trata de una "guerra preventiva" emprendida contra desviados que
ocasionan alarma, y temor en los ciudadanos.

Curiosamente, los "otros" responden a estereotipos
determinados. Siempre se trata de hombres jóvenes,
provenientes de sectores sociales pauperizados, con escaso nivel
de instrucción formal, desocupados o con inserción
laboral
precaria. Son la clientela habitual del sistema penal
precisamente porque la crisis del sistema judicial se atribuye
prontamente al fracaso del "tratamiento" en pos de la
"resocialización" de estos sujetos "socialmente
peligrosos" y porque, en definitiva, el control penal postmoderno
ya no opera sobre sujetos individuales sino sobre colectivos "en
riesgo"[8]. Son los destinatarios
de un retribucionismo caracterizado por el encierro.

Además, son estos "otros" los que resultan más
adecuados para desgargar el sistema punitivo sobre ellos, pues al
momento de ser señalados como presuntos autores de un
hecho aberrante carecen de la defensa técnica pertinente y
de sus debidas garantías constitucionales. En
consecuencia, previa la aplicación de torturas,
psíquicas y físicas, propinadas eficientemente por
el personal
policial, el mismo que percibe haberes para hacerse cargo de
nuestra protección, se obtiene una confesión
efectiva e inequívoca por parte del "elegido". 

Cuando surgió la noticia acerca del pedido de nulidad
de la primer declaración indagatoria que hiciera la
defensora de Brian, Dra. Florencia Arietto, en virtud de
haber sido tomada por un fiscal de
adultos y obtenida mediante apremio pues Brian había
estado a una columna mientras era golpeado y amenazado, algunos
medios, no dispuestos a arriar las banderas del castigo ejemplar,
lo redujeron al grado de una estrategia defensista. Luego de que
se hubiera excluido tal declaración del plexo probatorio
aún insistían haciendo referencia a reconocimientos
inexistentes, – Luis Majul-; aplicando el beneficio de la
duda en contra del procesado –Carabajal, La Nación- ; y
adjudicándole una fuga de la cual no participó, que
el sujeto que nombraban era inexistente en el marco de la causa
pues se debatía sobre la fuga de Jonathan Barrera, y sin
considerar que si hubiera sido correcto su nombre, se
trataría de un menor -Chiche Gelbrum
-.  

1.2.- El delito en la sociedad y en los
medios

Elbert[9] explica que cada
sociedad establece sus normas cuando, mediante la convivencia, se
gesta un saber común en el cual se instalan tabúes,
supersticiones, mitos y
prejuicios con carácter de verdades establecidas que
condicionan fuertemente la vida social debido a la
convicción cultural del grupo.
Foucault
sostiene que es el poder el que conduce al establecimiento de
normas porque necesita de la existencia del delito para vigilar y
castigar a toda la humanidad y se vale de redes que extiende para
crear la respuesta conveniente a sus fines a través de los
distintos aparatos de control social instituidos – educación, salud, religión, justicia
-.

En cualquier caso, toda sociedad posee un sistema de normas, y
toda acción
que rompa con los valores o
normas estándares socialmente definidos es considerada una
desviación.

Howard Becker[10] dice, "El que un acto
sea desviado depende, entonces, de cómo reaccionan las
otras personas frente al mismo", y esa reacción puede
variar conforme la época en que la conducta se
perpetre y fundamentalmente atendiendo a quién cometa la
infracción, el proceso de criminalización se
hará operativo "desde" los grupos con
capacidad para construir y obligar al acatamiento de las reglas y
"hacia" los grupos que supuestamente realizan "determinadas"
conductas desviadas que ponen en peligro el orden de la sociedad.
El estado, entonces, combate el "peligro" de los "grupos
peligrosos" o "socialmente riesgosos". La diferencia de las
intuiciones de
ambos grupos son las que, en el contexto hegemónico de una
lógica binaria "amigo-enemigo" legitiman la
coerción institucional, fundada en el temor cuidadosamente
construido de  sectores sociales particularmente sensibles e
influenciables, fundamentalmente por su ubicación en la
nueva estructura de
la sociedad. En todo este circuito, los medios masivos de
comunicación juegan un papel fundamental y
determinante.

Es notable, como el caso específico del ingeniero
Barrenechea ha disparado una aversión latente contra
quienes habitan en los barrios más humildes. Basta leer
los insultos proferidos por los lectores de La
Nación
on line, del día 24 de noviembre
de 2008, contra la diputada Claudia Bernazza por haber solicitado
la guarda de Brian en tanto dure el proceso.

Sin embargo, estos supuestos justicieros ignoran que en la
trasmisión de Hora Clave del día 27 de noviembre,
su conductor, el Dr. Mariano Grondona, ha llegado a afirmar que
"aún no se ha probado que B. haya participado del
hecho, y de comprobarse, su participación habría
sido tangencial".

Así las cosas, puede sostenerse que casos como el que
aquí se presentan sirven de excusa para sacar a relucir
odios ocultos y bajo la máscara de justicia, promover
exterminios sectoriales. Los medios periodísticos, logran
fortalecer estos sentimientos mediante una parcialización
de la noticia conforme al efecto que se pretenda.

1.3.- La construcción de la delincuencia en lo
social y en los medios

Cuando se habla de delincuencia dos formas interpretativas
salen a la luz, casi de
inmediato: una pretende adjudicar la responsabilidad al individuo y la
otra al Estado. Los medios masivos de comunicación tampoco
resultan ajenos a estas interpretaciones, a punto tal que
según el sitio de procedencia resultará la
redacción de la noticia.

Lo asombroso es que ninguna de las frases hechas que se suelen
escuchar, ni tampoco las dos posturas que aquí se
presentan, contemplan las causas profundas de la delincuencia.
Así, quienes sostienen una posición de
carácter individualista suponen que se trata de una
decisión individual del agresor previo análisis de la relación coste –
beneficio. La segunda posición, fuertemente arraigada,
sostiene que el auge del delito se debe a una presencia
débil del estado. Todos hemos oído decir
en algún momento a Eduardo Feimman que "quien es
bueno con los malos, es malo con los buenos"
, en pos de una
opción de mano durísima, sin especificar a que
llama "buenos" y "malos", pues cuando alguien clama tratando de
fomentar el odio hacia sus congéneres no es lo que pueda
llamarse, literalmente, bueno.  

De todos modos, consideramos que ambas posturas yerran por no
profundizar en el análisis de la realidad social en que se
hallan insertos. Que la delincuencia pudiera ser producto de la
decisión individual del delincuente es una postura del
todo ideal porque supone que hay alguien que elige concientemente
y además, creen saber por qué lo hace. Sin embargo,
no se tiene presente, que quien elige lo hace sobre algunas pocas
alternativas que se le presentan y no sobre al amplio abanico que
pretenden mostrar los partidarios de esta opción.

Respecto a la segunda argumentación cabe considerar
que, posiblemente, una fuerte presencia del estado pudiere
resultar efectiva en tanto que debería implicar la
persecución de los señores de guantes blancos; sin
embargo, la experiencia ha demostrado reiteradamente que el hilo
siempre se corta por lo más delgado, con lo que se
agravaría la situación de los más humildes,
ampliando aún más la brecha, aunque falaz, entre
buenos y malos. Nunca se castigan todos los delitos que
efectivamente se cometen, y ello repercute como un factor
más de desigualdad
social.

Creemos que la adopción a
las distintas posturas es lo que genera la existencia de una
diferencia informativa tan importante al momento de tratar un
hecho.

No obstante, en todo el análisis mediático del
caso, existe una opción que a nadie le interesó
investigar, al menos inicialmente. Se pretendió contextuar
y enmarcar la delincuencia y al delincuente, pero olvidaron que
para hablar del delincuente se requería una investigación que lo probase. Y en cierto
modo, viene a rescatar esta omisión la edición
del diario Pagina 12 del día 24 de noviembre de
2008 bajo el título: "Como resolver un caso sin
investigar"

Por otra parte, cuando se trata el tema de la delincuencia se
enfoca en la violencia,
puesta de manifiesto en algunos hechos, como violencia
unilaterilarizada. La crueldad que muestran o exhiben algunos
casos delictivos es mostrada por los medios masivos de
comunicación sin comparación con la crueldad que
existe en la cotidianeidad de las relaciones en el seno de la
sociedad. La exclusión es interpretada como consecuencia y
no como inherente a la realidad social. La población en "riesgo social" es vista como
la población "socialmente peligrosa", y se legitiman
estrategias de
intervención social y política limitadas al
mantenimiento
del orden social -policía, justicia y cárcel- que
re-legitiman su accionar a partir de la reproducción del
fenómeno.

En esta reproducción juegan un papel estratégico
los medios masivos de comunicación tanto por los datos y opiniones
que proporcionan como por el modo en que lo hacen. Cuando
refieren a hechos violentos los exponen como si constituyeran la
regla y no la excepción. Les otorgan estado público
y al circular la información se generan fuertes
percepciones de alarma social, que se agrava, aún
más, cuando operan como "sensores" de la
opinión pública. Arfuch sostiene que los
sondeos de opinión son una "trampa". "Si el sondeo
aparece como un equivalente del sufragio
directo, de la voluntad popular, útil para toda
circunstancia, respecto de nuestro tema, esa voluntad popular
aparece encarnada en la voz de testigos, parientes, vecinos, que
no solamente opinan sobre los detalles de lo ocurrido, sino,
sobre todo, ejercitan una valoración moral. De este
modo "dando la palabra a la gente", el medio de prensa puede
incluso reafirmar y "autentificar" sus propias afirmaciones, sin
necesidad de justificarlas
"[11]. La especulación
y la espectacularidad de los opinólogos acerca de
algún acto aberrante o lesivo, hace que aparezca, casi
instantáneamente, el instinto de venganza.

Una mirada fragmentada conduce necesariamente a la
construcción de una interpretación errónea de la
realidad social que instala, o alimenta, la convicción de
que se debe legislar con urgencia sobre la responsabilidad penal
sin un debate serio
que la inserte en el marco de una política de seguridad, "en
la cual la responsabilización penal juvenil tenga un eje
más, pero no se reduzca a la cuestión delictual
como la única que debe ser atendida, y donde la
artillería de los debates no se agote en la
cuestión de establecer cuál es la mejor edad a
partir de la cual los adolescentes
deben ser imputables.
"[12]

Una mirada profunda permite percibir que la delincuencia tiene
su anclaje en las condiciones estructurales de la sociedad y en
las concepciones políticas y sociales, por tanto, nadie
nace delincuente, sino que se construye. En algunos casos puede
haber condicionamientos biológicos o componentes de
la
personalidad que resulten facilitadores, pero aún
así, es posible que esa condición originaria haya
sido detonada por los condicionamientos sociales.

En algunos medios, resultó muy significativa una de las
frases pronunciadas por la preceptora de Brian, la Sra Laura
Romero, que sostiene que "Los pibes no nacen chorros", a
punto tal, que quienes creen en la existencia de un proyecto solapado
de exclusión
social, la han tomado y resaltado para presentar sus
notas,Informe Klipan, C5N; Revista
Veintitres, Noticieros de Telefé, Telenoche, Canal 9,

entre otros.

Todos los delitos están relacionados con las
características del poder político, la desigualdad
imperante, la desproporcionada distribución del ingreso público y
la riqueza que partiendo de cualquier concepción
originaria del estado asemeja la realidad a un juego de suma
cero en el cual para que algunos tengan más bienes de los
que necesitan para su subsistencia es imprescindible que otros
carezcan de lo mínimo indispensable, y esto resulta en los
altos índices de pobreza, que a su
vez condicionan y determinan la ausencia de oportunidades
laborales, produciendo altos índices de desempleo.

El prejuicio se
construye a partir de dos elementos: la presuposición de
acometimiento y la convalidación de la existencia en la
sociedad de sujetos "distintos".

La producción social y simbólica de los "otros",
hace que esos otros diferentes, inicialmente extraños,
sean vistos como enemigos, es decir, sujetos "peligrosos",
incorregibles, aterradores, hostiles y terriblemente violentos a
los cuales es necesario excluir. Pero esos "otros" no son
necesariamente delincuentes, entendiendo por ello aquellos que
han cometido un delito tipificado en el Código
Penal, y menos aún, autores de un delito tan aberrante
como aquellos que atentan contra las personas, sino sujetos que
han fracasado en el propósito social de ser convertidos en
"hombres de bien", acorde a los dispositivos que el Estado y la
sociedad han puesto en marcha en su beneficio y para este fin. Se
constituyen, de este modo, en "enemigos" a los que el estado
"debe" combatir porque ocasionan alarma, y temor en los
"ciudadanos". En esta franja deben incluirse cartoneros,
piqueteros, pordioseros, alcohólicos, homosexuales,
niños
de la calle  y drogadictos. Becker[13]
señalaba "El que un acto sea desviado depende, entonces,
de cómo reaccionan las otras personas frente al
mismo".

La enemistad, por ende la desconfianza y la agresividad contra
"los otros" reconocen su origen en el prejuicio de imaginar a los
extraños como portadores socialmente patológicos de
todos los males y de todo lo malo, por ende carentes de toda
virtud. Esos mismos prejuicios hacen que los ciudadanos
convaliden respecto de los otros la adopción de medidas
que jamás admitirían que les fueran aplicadas a
ellos, lo que da la pauta de que en el discurso
socialmente hegemónico de "ley y orden"
subyace una intolerancia y un autoritarismo compatible con la
demanda de restauración de la uniformidad perdida.

A titulo anecdótico cabe traer a colación un
estudio realizado sobre  un programa de
seguridadimplementado en New Jersey en la década del
setenta.[14] El programa
consistía en el patrullaje de a pie de la policía,
y sostenía que al propiciarse un mayor acercamiento entre
la población y los "agentes del orden" se
incrementaría la seguridad y disminuiría el delito.
Cinco años después, se evaluaron los resultados. La
seguridad había aumentado notoriamente, es decir, la gente
se sentía muy segura. Sin embargo las tasas delictivas
también se habían incrementado. ¿Cómo
puede ser un barrio más seguro cuando el
número de delitos se ha incrementado progresivamente? La
mayoría de los ciudadanos teme principalmente al delito,
en especial ser víctima de un delito que implique un
ataque repentino y violento de un extraño y teme ser
molestado por gente indisciplinada. No se trata de gente
violenta, ni necesariamente delincuente, sino personas
desaliñadas, revoltosas o impredecibles: mendigos,
borrachos, adictos, adolescentes ruidosos, prostitutas,
vagabundos, personas mentalmente perturbadas. Lo que los
policías a pie hicieron fue elevar, hasta donde pudieron,
el nivel de orden público en estos barrios evitando que
los extraños permanecieran en el lugar.

La mirada convencional ve, respecto a los "otros", una
violación al orden establecido que podría
interpretarse, en términos hobbesianos, como la guerra de
todo hombre contra
todo hombre (Hobbes, 1997);
sin embargo, una visión profunda parte de comprender la
guerra de todo hombre contra todo hombre continuada y canalizada
a través de las instituciones sociales, con lo cual cabe
parafrasear a Clausewitz[15] en términos de
Foucault "la
política es la continuación de la guerra por otros
medios" (Foucault, 2001), con lo cual los desviados no
irrumpieron contra un cierto orden social libremente convenido,
sino que se rebelan frente a un orden impuesto por la
fuerza.

1.4.- La construcción del delincuente en la
sociedad y en los medios de comunicación

El delito es, ante todo, una construcción social que
delata un origen multicausal, en el cual las variables
históricas, políticas, sociales y económicas
no resultan inocentes. El delincuente es quien rompe el pacto
social. Es quien altera el orden establecido. Pero esta ruptura
no es una exclusividad del delincuente sino de todos los "otros",
es decir, los distintos.

Las posibilidades de ruptura, y en consecuencia, los
desvíos y los tipos delictivos, varían conforme a
las épocas y las sociedades. Desvío, Delito,
delincuencia, y delincuente son construcciones sociales que se
originan, fundamentalmente, en la inseguridad, los miedos, y la
sospecha.

La inseguridad es el producto de la reducción de todos
los miedos al miedo al otro, y consecuentemente promueve el
surgimiento de la ideología de la sospecha.

La ideología de la sospecha consiste en volcar todos
los miedos en el miedo al otro, y se manifiesta en una
considerable tendencia a asignar culpas. "La culpa la tienen
los de enfrente, los de al lado, la barra de la esquina
". La
culpa no va a recaer sobre todos los seres humanos, sino sobre
los que están cerca y no son conocidos, no son
iguales.

Cada grupo social se construye como diferente del "otro", y
es, al distinguirse del "distinto" cuando logra dar sustento al
"mito de lo
igual": lo igual es bueno, lo distinto es sospechoso.

En la construcción de los otros, juegan un importante
papel dos elementos, los prejuicios y el "chivo expiatorio" o
"victima propiciada". Elbert[16] sostiene que los
prejuicios, en tanto conceptos apriorísticos y falsos, son
generalizados mediante estereotipos que consisten en la
adjudicación automática de características
especiales o abstractas a personas o grupos.

El "Chivo expiatorio" o "víctima propiciada"[17]
es un mecanismo proyectivo, y una herramienta de ataque y de
exclusión, de la psicología que se
caracteriza por la tendencia a colocar en los otros, los vicios,
defectos y errores que no soportamos en nosotros mismos. De este
modo, se logra establecer distancias, separaciones y
ordenamientos sociales en jerarquías de pertenencia o
exclusión.

En la construcción del sujeto delincuente intervienen
los miedos sociales que, reunidos en la inseguridad, y fundados
en la ideología de la sospecha, desarrollan la
exclusión del otro, del distinto. Los desviados son
etiquetados como una forma de distinción, son los otros
distintos a nosotros, y resultan ubicados al "margen" de la
sociedad.

De este modo, dibujando un perfecto círculo vicioso, se
convalida la exclusión disfrazándola de
inseguridad; y una vez naturalizada resulta ser un medio
idóneo para contribuir a la exclusión, y más
aún, a la estigmatización. La elección, y la
posterior señalización del desviado –
estigmatizado, estará asentada en los miedos oportunamente
construídos. El elegido, con solo su presencia
activará el giro de la rueda. Es importante destacar que
siempre las culpas se relacionan exclusivamente con los miedos
construidos.

A tal punto se construyen los miedos que un solo delito de los
llamados de "cuello blanco" ocasiona el más perjuicio
económico que miles de hurtos y robos callejeros. Sin
embargo, en el imaginario social de la inseguridad no se incluye
el delito profesional de los poderosos (Sutherland, 1999) ni al
crimen organizado, porque la sociedad entiende que afectan
más al "estado de derecho" que a la vida
personal. 

Los miedos determinan un reacomodamiento de las distintas
capas sociales dejando en los márgenes a todos los que
hubieren resultado excluidos por ser "distintos". 

Este ordenamiento social es reflejado por el sistema penal en
toda su extensión. Así, por ejemplo, la ley de
drogas permite
aprehender sujetos potencialmente peligrosos, que responden al
estereotipo del delincuente tradicional: "joven, varón y
pobre", aunque no se droguen o sean simples consumidores,
haciéndoles corresponder el status o la etiqueta de
"peligroso". No sucede lo mismo respecto a los adolescentes de
clases media alta, y alta.

El término peligroso siempre sirve a los fines de
señalar al "otro" que bien puede ser el extranjero
proveniente de países limítrofes, el
toxicodependiente, el pobre, el "sin familia", el "sin
trabajo", el
"sin una calificación profesional". Las etiquetas son
muchas y variadas y pueden ser colocadas en cantidades sobre una
misma persona.

Dadas las circunstancias, los medios masivos de
comunicación vienen a intensificar los sentimientos de
exclusión, discriminación y rechazo tornándolos
en sed de venganza movida por el odio.

Recorriendo las principales noticias del
los días 24 y 25 de octubre de 2008, el titular
"CAYÓ EL ASESINO DEL INGENIERO BARRENECHEA"  y
a continuación el nombre completo de Brian en letras
destacadas, llevaron a la construcción social de un
delincuente, por demás perverso, y a la inclusión
del "individuo asesino" en el imaginario colectivo. Poco
sirvió, originariamente, que en las primeras horas, los
docentes de la
Escuela de Brian salieran al paso dando testimonios de un
concepto
intachable del joven. A contrario, resultaron dilapidados los
docentes mediante críticas infundadas. La
instalación de una imagen negativa resultó tan
exitosa como para que hoy, a pesar del conocimiento
público de la inexistencia de elementos probatorios en su
contra, continúa surtiendo efectos en ciertos, aunque
limitados, sectores de la población.

Pues bien, el sistema penal responde a los clamores populares
de justicia, y entabla una guerra contra la inseguridad haciendo
uso del arma más poderosa que posee, es decir, encausando
a los "peligrosos". Los medios de
comunicación abren el camino exaltando los peligros
reinantes.

El sistema penal adquiere esplendor y lanza una politica
represiva que solo caerá sobre jóvenes, pobres y
morochos, delincuentes o no, que transitarán una buena
parte de sus vidas en instituciones inadecuadas mediante un uso
favorable e ilimitado de prisiones preventivas, y que luego
volverá a las calles, con antecedentes penales, sin
preparación intelectual, y con escasas posibilidades de
conseguir trabajo pues la oferta que es
baja, y requiere estudios secundarios aún para el
postulante a recolector de residuos.

Y cuando delinquen, tal vez reincidiendo, tal vez por primera
vez, numerosos miembros de nuestra sociedad exclaman: ¡Es
el instinto! ¡Son así! ¡Lo llevan en la
sangre!
¡¿El tiempo que
pasó en la cárcel no le sirvió para nada?!
¡Y encima los jueces los dejan en la calle!!!!!!!!!!!

Casi de inmediato, los medios masivos de comunicación
salen a reafirmar esas opiniones, y hasta organizan encuestas para
reafirmar esta política de exclusión. Encuestas
que, construidas según la descripción de la especialista Arfuch, no
hacen más que incrementar la sed de sangre.

Llegado a este punto, el círculo de poder comienza un
nuevo giro que reafirmará la única cosa segura de
todo el sistema penal: la ideología de la inseguridad. Y
su mayor garantía de subsistencia la constituirán
los medios masivos de comunicación.

1.5.- Los menores delincuentes en la sociedad y en los
medios de comunicación

El circuito se inicia con la detención policial.
Matza[18] define la "eficiencia
policial", como una práctica que permite la
detención masiva de sospechosos y la incapacitación
de los jóvenes producto de la reacción social
negativa de la que son acreedores y que los dispara, sin
más, a la construcción de verdaderas carreras
desviadas. El sujeto tocado por el sistema penal, jamás
sale indemne.

Un dispositivo eficiente en la "captura" de sujetos primarios
resulta ser la ley de drogas. No obstante, Daroqui y Gueruneman
explican que, a través de distintas investigaciones
realizadas sobre la judicialización de menores, han podido
establecer que la policía no detiene ni deriva menores
sólo por tenencia o consumo de
drogas, sino que la mayoría de los menores que ingresan en
el Juzgado en virtud de este motivo, en realidad "deben" su
aprehensión a otro distinto, que va desde delitos comunes
a "presencia sospechosa" o a formas aggiornadas de vagancia, que
con el agregado de la droga,
convierte a la causa en "Federal" y no en "ordinaria".

El tráfico y la venta de drogas
es uno, tal vez el más destacado, de los mecanismos
activadores que pone en marcha el sistema penal. Pero una vez que
se ha puesto en marcha sus consecuencias pueden ser lo bastante
lejanas al ideal originario. "Antes es miedo era que la prueba
de la droga fuera fabricada, en el decir popular, que "te pongan
la droga" ; hoy el temor es el contrario: "que te la saquen" , y
aún expropiado de la droga, sea endilgado una causa
ordinaria, como un intento de hurto o de robo, suficiente para
activar la reacción social formal por parte del
Estado.
Si el móvil es la persecución penal
de los sujetos la misma se puede lograr dejándolos
"pegados" con causas mucho más "light" según su
jerarquía, como vagabundeo o intento de hurto, pero
suficientes para concitar la intervención de la justicia
con todo su dispositivo tutelar .
"[19].

Una tarea de inteligencia
bien hecha, concluye en un procedimiento
exitoso. El éxito
de la misión se
mide de acuerdo al material encontrado y a los sujetos
implicados.

En este contexto, el dispositivo de la ley de drogas se
muestra
particularmente eficaz en tanto que sirve a los efectos de la
"eficiencia policial" en la "producción de estadísticas" por detenciones masivas, como
a los efectos de una política penal de tolerancia. La
neutralización de la ley a partir de los "relativamente"
pocos casos que llegan a las dependencias tribunalicias con una
entidad digna de juicio, habilita a pensar en el "filtro" que
implica el despliegue del accionar policial en cuanto a verdadera
justicia sumaria: distribuye castigos e impunidades, de acuerdo
al termostato de la opinión pública que tanto puede
reclamar espectacularidad, seguridad y orden, como permanecer
aplacada por la emergencia de otras cuestiones sociales tales
como el desempleo, el subempleo, la precarización, o el
corralito.

El perfil en los relevamientos, "apunta a la
construcción de un estereotipo de sujeto peligroso que
nada tiene que ver con la "narcocriminalidad", o las figuras
asociadas a la comercialización y tráfico,
verdadero objeto de una ley que pretende velar por la "seguridad
nacional". Las características de los aprehendidos, luego
imputados, nos dibujan una persecución penal orientada
hacia los varones jóvenes, desprevenidos, y "cazados"
indiscriminadamente en la vía pública. La
racionalidad de estas detenciones, no apunta a la "lucha
encarnizada en contra del narcotráfico" sino a la
criminalización masiva
."[20]

Lo realmente grave en estos casos es la escasa o nula
posibilidad de retorno que tienen  "los niños,
adolescentes y jóvenes una vez que son " tocados" por el
sistema de control social formal; una vez que alguna de las
agencias " duras" de control social (me circunscribiré al
sistema penal) interceptan a estos sujetos, que demás
está decir, no son todos los adolescentes y
jóvenes, sino que se reclutan mayoritariamente entre
aquellos que configuran su población predefinida: los
adolescentes y jóvenes pobres, aquellos que no engrosan
las estadísticas del ministerio de educación y los
registros de
empleo, sino
las de la agencia policial y los tribunales de justicia.
"
 (Daroqui-Guemureman, 2001)

Una vez detenidos y judicializados, pasan a integrar los
depósitos carcelarios. Allí comienza el juego de
las ideologías "re": resocialización,
reeducación, reinserción social, que tienen un
lugar prioritario en el plano discursivo, pero carecen de entidad
en la práctica pues ninguna agencia de control social
intenta seriamente su concreción, sino que por el
contrario operan como agentes estigmatizantes por el resto de sus
fracasadas existencias.

"Por último, (cabe) reflexionar sobre el cambio que
implica este tipo de políticas en términos del
control social global. Es decir, parafraseando a S. Cohen (1988),
si la red de control se
amplía su tejido es cada vez más denso"[21].

Una vez más, los medios masivos de comunicación
ejercen un papel más que primordial. Si la inseguridad es
un negocio, la explotación de noticias relacionadas con el
delito puede resultar el pináculo de la excelencia.

En este trabajo conjunto, política y medios masivos de
comunicación logran constituir una sociedad inalterable e
inquebrantable. Podría decirse que, al tiempo que una
noticia constituye un negocio para el empresario de
la información, es el instrumento de excelencia para la
validación social de políticas
públicas. 

Conforme a las diferentes etapas de inseguridad que atraviesa
el imaginario social, los tipos delictivos aparecen como una
cuestión de modas. Hace algunos años los medios
pregonaban la comisión de robos violentos que
tenían por víctimas a pobres jubilados. Haber
referido con insistencia a este tipo de delitos ha conducido a
una dureza legal que pocos beneficios produjo. Luego, al tiempo
que desaparecían los robos a jubilados, y tal vez los
jubilados, cobraron auge las noticias referentes a violaciones,
en especial en espacios de empresas de
subterráneos.  Habiendo detenido a muy
pocos, la noticia desapareció simultáneamente al
incremento de la dureza de las penas. 

Cualquier noticia divulgada en estos días incluye
necesariamente menores en su comisión, aunque las
estadísticas confeccionadas por distintos organismos
gubernamentales y no gubernamentales, sostienen que no se ha
incrementado el delito por parte de menores en los últimos
años.

A pesar de ello, todos los robos difundidos, y en especial si
han sido violentos, sindican a menores como autores. Casualmente,
este cúmulo informativo aparece cuando se pretende
disminuir la edad de imputabilidad.

Ante un seguimiento de la causa del asesinato del ingeniero
Barrenechea, y de la situación procesal de Brian, tanto a
través de los massmedios como de la causa judicial, nos
sorprenderá saber que desde los primeros pasos
investigativos, días 22 y 23 de octubre de 2008, es decir,
antes de la detención de Brian, se sabía quienes
habían sido los autores materiales del
homicidio, y no son menores. La nota de la
publicación de Perfil del día 22 de
noviembre saca a la luz esta información, al detallar los
datos de los autores prófugos.

Otro detalle interesante, y considerable teniendo en cuenta
que el Ministro de Justicia, Cdor Anibal Fernandez, pretende
despenalizar el consumo personal de drogas, es el haber vinculado
a Brian con el consumo de sustancias.  

En uno de sus números, el diario La
Nación
asevera que Brian roba para adquirir una nueva
droga a la que es adicto: ACETO.

Tal afirmación es un verdadero disparate. En primer
lugar porque el aceto, lejos de ser una droga nueva, es utilizada
en otros circuitos
sociales desde hace largo tiempo. En segundo término,
porque en el barrio de la villa  Puerta de Hierro, no se
utiliza el aceto como droga masiva, sino que predominan el paco,
la marihuana, la
cocaína y
las pastillas alópatas. Por último, y en esto
reside el mayor de los absurdos, se desprende de los informes
judiciales e institucionales, precedidos por las declaraciones
docentes y familiares, que Brian no presenta adicciones ni ha
utilizado ningún tipo de drogas.

Sin duda alguna, la repercusión periodística de
los sucesos delictivos revela la complicidad de los medios con el
poder político que, valiéndose de la delincuencia y
sembrando incertidumbre con el tema "inseguridad", naturalizan el
control judicial y policial, que bajo pretexto de proteger al
ciudadano, sigue administrando la delincuencia y los
ilegalismos.

La policía selecciona a los que deben pasar por la
comisaría y la tutela penal, y a
quienes debe dejar en libertad y a
que precio. La
policía puede operar independientemente de la justicia,
puede atrapar con pruebas
falsas, dejar en libertad a un culpable, encontrar a un
inocente para que pague un delito sin resolver
, o matar a
quien no respete sus reglas. Esto, lejos de ser un planteo
novedoso, es un saber social indiscutible. Posiblemente, que ni
el poder político ni el poder judicial se
muestren molestos y dispuestos a tomar represalias tiene que ver
con que ambos poderes necesitan de la delincuencia porque
facilita la supervivencia de los delincuentes de guantes blancos,
la continuidad de los contrabandos – administrados por
empresarios poderosos o políticos corruptos -, de los
desarmaderos, y  los narcotraficantes.

Por otra parte, la ley y la justicia aparecen con criterios
teóricos de igualdad pero,
en la práctica, sólo se trata de una igualdad para
con los iguales, en tanto que la desigualdad predomina y tiende a
acrecentar, a pasos agigantados, la brecha que separa a las
clases
sociales. No se ha actuado con la misma efectividad para
descubrir a los asesinos del carnicero de Villa Luro, ocurrido el
20 de octubre, ni a los del joven de Moreno, acaecido el
día 22 de ese mismo mes.

Numerosas investigaciones realizadas demuestran como la
justicia argentina lleva adelante procesos
cargados de prejuicios ideológicos, proporcionando
defensas técnicas
de baja intensidad y calidad, y
demostrando un desprecio absoluto por la
investigación de los hechos en virtud de los cuales
los desposeídos comparecen ante los tribunales. En algunos
medios ha aparecido la noticia de que los dos menores detenidos
por el homicidio del ingeniero Barrenechea, mientras se hallaban
asistidos por un defensor oficial, fueron llevados a
reconocimiento en rueda junto a varones, de cabellos oscuros sin
tinturas, de entre 30 y 40 años de edad, cuando
públicamente se sostenía que el supuesto asesino
tenía el cabello con claritos y era menor. Cabe
preguntarse, entonces, cómo podrían no haber sido
reconocidos. (Página 12. 24/11/08)

CAPÍTULO 2

EL CASO BRIAN EN LA
VIDA REAL, EN LA JUSTICIA Y EN LOS MEDIOS

2.1. Brian:

Hasta el momento de su detención había sido un
chico absolutamente común. Con sus dieciséis
años, y todas las características típicas de
un adolescente, Brian repartía su vida entre la escuela, y
el futbol de
barrio.

Brian vive junto a su mamá y sus cinco hermanos, dos
mujeres de 20 y 18, y tres varones de 14,11, y 3 años de
edad en el barrio de la Villa Puerta de Hierro, sita en la
localidad de Isidro Casanova del partido de La Matanza.

En su barrio, como en toda villa, la delincuencia, las drogas, y
las armas suelen estar naturalizadas a pesar de que la
mayoría de sus habitantes son honestos trabajadores que se
esfuerzan por una vida mejor. Además, es de extrema
inocencia pretender suponer que ese marco pueda ser exclusivo de
una villa porque drogas, armas y delincuencia hay en todos los
niveles sociales. Lo que sucede en las villas es que todo
está más expuesto.

"La vida de Brian es la historia de uno más
de los 8 millones de menores de18 años que, en la
Argentina, viven en la pobreza y la
marginalidad.
Tres de cada diez chicos como él, según datos de
Unicef, creen que no van a vivir más allá de los
veintipico. Brian se crió en este escenario.

En el corazón de
la villa hay un descampado con un par de autos
incendiados y pibes aconsumiendo a toda hora. La misma escena, en
las vías del tren. Al barrio le dicen "farmacity" o
"pacolandia". Está en una de las zonas más
calientes del partido de La Matanza. Del otro lado del Camino de
Cintura (conocido también como "la segunda General Paz")
es tierra de
nadie, afirman muchos.
" Veintitres

Contraria a la resignación que caracteriza estos
ámbitos, la familia de Brian siempre mantuvo una conciente
expectativa de progreso, preocupándose y garantizando la
escolarización de todos sus hijos, y dándoles
contención y un marco afectivo suficiente para evitar que
eligieran el camino incorrecto.

En la escuela, tanto Brian como sus otros tres hermanos en
edad escolar,
han demostrado un desempeño brillante, aunque combinado con
algunas extensiones de recreos para completar un improvisado
partido de futbol, y algún vidrio roto de un
pelotazo. Brian estaba destinado, y aún lo está, a
ser el abanderado en la fiesta de egreso del 9º
año.

En el barrio, su imagen resulta inmejorable. Cualquier vecino
entrevistado brinda un concepto acabado del menor asegurando que
se trata de un chico tranquilo, que no se droga, y que tampoco se
junta con quienes lo hacen.

"-¿De qué canal son? -pregunta un vecino-.
Pongan que el pibe es un perejil, no tiene nada que ver con el
crimen del ingeniero. Lo engancharon porque es de la villa. La
policía necesita atrapar a alguien y la gente tiene mucho
prejuicio con los que vivimos acá."

Veintitres

LA VOZ DE LA VILLA. La preceptora del detenido,
junto a una compañera y la custodia de los vecinos,
ingresó a la villa para y conversar con sus habitantes,
quienes le aseguraron que el menor fue señalado por error
y que "en Puerta de Hierro todos saben quién es el
asesino".
Crítica

El periodista Tomás Eliaschev, ha pintado en su
nota de la revista Veintitres un veraz relato de la
historia de Brian
. Lamentablemente, pocos fueron los medios
que se mantuvieron fieles a la verdad, que respetaron la
integridad del menor, y que evitaron difundir mentiras
escandalosas.

Su detención resultó algo inexplicable para
todos los que lo conocen. De hecho, y por primera vez en el
ámbito público, fueron sus docentes quienes
decidieron enfrentarse al poder político y plantear la
inocencia de Brian, soportando presiones, difamaciones y
amenazas. Al entrevistarlos, sostuvieron que, sin duda alguna,
pondrían sus manos en el fuego aseverando su inocencia –
Noticiero de Canal 9, 18 de noviembre de 2008.

2.2 La detención de Brian:

Corría la madrugada del viernes 24 de octubre de
2008.

El ingeniero Barrenechea había sido asesinado tres
días antes y sus responsables se hallaban libres.

Los vecinos de San Isidro habían comenzado a presionar
con marchas contra la inseguridad.

Todas las pistas policiales guiaban hacia la Villa Puerta de
Hierro y los barrios y villas circundantes, Villegas, la Central,
y San Petersburgo.

En algún momento, llegaron al barrio Villegas, y dentro
de la casa donde se encontraba un menor de 14 años
individualizado como el "Boliviano", y cuyo nombre se
evita a fin de resguardar sus derechos, se hallaron variadas y
numerosas municiones entre las que, coincidentemente, se
encontraban más de 40 similares a las utilizadas en el
crimen del ingeniero.

Curiosamente también, este niño de 14
años, se convertirá en el único testigo de
cargo que incriminó a Brian. El niño dice, que a
él le dijeron, que quien mató al ingeniero, es el
Negro Brian que vive en Puerta.
 

Demás está decir que en el barrio Villa Puerta
de Hierro hay al menos unos 50 Brian de alrededor de 16
años. Es así que los efectivos policiales le piden
que de la dirección. En la dirección que da,
también casualmente, no vive ningún Brian. Pero los
efectivos policiales habían llegado con una orden de
detención a nombre de Brian y una de allanamiento en el
otro domicilio. No se irían con las manos vacías.
Así es como allanan la casa de Brian, sin disponer de la
respectiva orden de allanamiento, y lo detienen.

"Por su parte, el jefe de la Policía Bonaerense,
superintendente Daniel Salcedo, afirmó que el detenido es
un muchacho llamado Brian Barrera, "de 18 o 19 años", y
señaló que como prueba en su contra hay un
reconocimiento fotográfico y otro en rueda de
personas.

La detención de este muchacho se realizó tras
un allanamiento en el cual participaron unos 200 efectivos de la
Policía Bonaerense. Durante los procedimientos se
logró la detención de este muchacho y de otros dos
jóvenes, uno de ellos menor de edad."
Página
12

"A Brian lo detuvieron el viernes 24, a la una de la
mañana, cuando estaba por bañarse. "Entraron y
rompieron todo." Los tres pequeños ambientes de la casa
todavía muestran los rastros de los destrozos: durante el
allanamiento, los policías arruinaron su viejo placard y
tajearon sus raídos sillones. "Apenas dejaron que se ponga
un pantalón largo, porque estaba en shorts -sigue-. Se lo
llevaron descalzo. Nadie me explicó por qué lo
detenían", recuerda la mamá del muchacho, de
enormes ojos celestes. "Es un chico buenísimo, no se
merece esto, no entiendo por qué se lo llevaron", dice,
sin aguantar las lágrimas."
Veintitres

"Hoy, el asesinato del ingeniero Barrenechea en San Isidro
suscitó una importante movilización en una de las
zonas más ricas de Buenos Aires. Una vez más, la
clase media
salió a las calles a reclamar contra la inseguridad y el
Estado respondió presuroso, les entregó un
culpable: Brian Barrera, que cuenta con todas las
"características" del delincuente imaginado por la clase
media y recreado una y otra vez por los medios masivos de
comunicación: es menor, pobre, morocho y vive en una
villa
". Cuando en las calles se pide por la
seguridad
. Zula, Oct. 29, 2008
zula(arroba)riseup.net

Resulta sorprendente que hayan podido salir a los medios con
toda la información que difundieron sosteniendo que
habían capturado al asesino, dando su nombre completo y
aseverando que tenía 19 años, cuando consta en la
causa penal que solo tenían el dato del "boliviano"
quien, además, poseía un verdadero arsenal en su
domicilio.

La difusión de la noticia fue con grandes titulares y
en todos los medios sin excepción. Todo el país
supo que habían detenido al asesino del ingeniero
Barrenechea, que tenía 19 años, que vivía en
la Villa Puerta de Hierro, y que no había margen de error
según expresara el propio Jefe de la Policía, el
Superintendente Daniel Salcedo. Su nombre completo se
repetía una y otra vez, sin considerar que se trataba de
una persona sobre la cual carecían de toda probanza.

2.3.- El día en que los maestros hicieron
historia

Durante la fatídica noche de la detención de
Brian, muchas personas conocían a través de las
noticias que se había detenido al asesino del ingeniero
Barrenechea. Prácticamente se había convertido en
la noticia más importante del día e invadía
los medios con destacados titulares que incluían los datos
del supuesto homicida.

No pocas personas dudaron de la veracidad de la
información, aunque todos escuchaban atentos incentivados
por la velocidad de
la resolución del caso.

Y entre todos los espectadores del horario central de las
22hs., se hallaban dos docentes de la Escuela ESB Nº 141 que
reconocieron un nombre, el nombre de un alumno. De inmediato,
Miriam Abran, profesora de Ciencias
Naturales no dudó en enviar un mensaje de texto a Laura
Romero, preceptora y profesora de Construcción Ciudadana,
quien a la vez estaba enviando otro mensaje de texto a la docente
de la escuela EPB Nº 162 que comparte edificio con ellos,
Nelly Baldano.

En escasos minutos, una considerable cantidad de docentes se
habían comunicado  entre sí buscando la forma
de ayudar a la familia y, especialmente, a Brian.

Cuenta Laura que, tanto ella como Miriam pensaron en Nelly
porque es abogada penalista, pero las posibilidades de actuar se
veían reducidas porque ya era demasiado tarde y no
había muchas formas de comunicarse con la familia
más que yendo hasta su domicilio, y tampoco era seguro
porque los papás estaban recorriendo comisarías
tratando de ubicar a su hijo porque desconocían donde lo
habían llevado.

La madrugada avanzaba y el tiempo que distaba hasta el lunes
era demasiado. Luego de barajar varias posibilidades decidieron
optar por armar y enviar un mail.

"Brian es un alumno de la ESB Nº 141 de La Matanza que
funciona en el edificio de la EPB Nº 162.

Yo trabajo en esa escuela y lo conozco tanto a él
como a sus hermanos.

Como docentes del establecimiento estamos dolidos por su
detención porque lo conocemos lo bastante como para no
creer en la veracidad de esta imputación, y como para
salir a brindar un testimonio positivo sobre todo lo que un
docente puede apreciar durante los años de haber
compartido una parte considerable de sus
días.

El único fin de este e mail es dar a conocer la otra
cara de esta situación para que la justicia trabaje, al
menos una vez, en serio, que evite arruinar la vida de
un menor innecesariamente, y que no se realicen mas
detenciones al voleo porque de eso nuestro país ya tuvo
bastante. 

Si a Barrenechea lo mató la sensación de
inseguridad, a Brian lo está matando el sistema
punitivo."

Este fue el cuerpo del mail que en la madrugada del 25 de
octubre salió a recorrer el mundo. Y por si aún
quedaba alguna duda, llevaba adjunto un documento que precisaba
las posiciones:

"Cuando la brecha entre la justicia y la injusticia
se reduce a una cuestión semántica

A través de un largo tiempo de estudios superiores
en cuestiones criminales he podido observar que el sistema
punitivo, con una frecuencia del todo lamentable, echa manos a
recursos non
sanctos para sostener una apariencia de justicia.

Es así que cuando ocurre algún crimen
sangriento que impulsa a la protesta social, el sistema punitivo,
ante los clamores de justicia, sale a buscar a un asesino. Y en
este buscar a un asesino es donde subyace la cuestión
semántica.

Lo que exigimos, como pueblo, a nuestros gobernantes es que
se encuentre al asesino. Sin embargo, el sistema, presionado por
los medios de comunicación, lo resuelve encontrando "a
un
asesino", y no "al asesino".

Es claro que ante una mirada superficial y genérica
de la cuestión, este detalle aparece imperceptible. Pero
si se profundiza, es sencillamente aterrador.

Así es que, en los últimos días, a
causa del asesinato del ingeniero Barrenechea, y la consecuente
presión
popular y mediática, el Estado se hizo presente,
allanó el barrio "Puerta de Hierro", y se llevó
"a un asesino".

No puedo explicar mi consternación, y la de otros
compañeros docentes, al enterarnos que "el
asesino", como han dado en llamarlo los medios (ignorando la
cuota semántica), es un alumno de nuestra escuela, y
hermano de otros alumnos de nuestra escuela. Un alumno
inteligente, capaz, eficiente, confiable, que no ha exteriorizado
ni más ni menos problemas de
conducta que las travesuras propias y generales de su edad. Un
alumno que ha transcurrido su historia educativa en un
establecimiento y del cual los docentes tenemos un excelente
concepto.

No existen palabras para expresar nuestra
indignación y tristeza, porque no desconocemos como
funcionan los sistemas en
nuestro país, y porque sabemos que Brian goza de los
atributos necesarios para ser estigmatizado, porque vive en una
villa, porque es pobre, porque su piel no es tan
blanca. Y porque sabemos que nadie está supervisando las
pericias que posiblemente sirvieran para incriminarlo porque la
familia no dispone de los medios económicos
necesarios.

Y más aún. Esta acusación absurda no
podrá ser sostenida eternamente, pero si se la puede
entretener durante los tres o cuatro años necesarios para
llegar al juicio oral. Y entonces, del mismo modo que cuando
dijeron que se llevaron al asesino, en realidad se llevaron a un
niño al que etiquetaron como asesino, nos
devolverán a la sociedad, un Brian que ya no será
el Brian que se llevaron y que nunca jamás podrá
volver a resolver los problemas y superar los obstáculos
con su amplia sonrisa y su mirada franca.

Desde cualquier postura, sea garantista, abolicionista, o
represiva, todos coincidimos en que debe detenerse al asesino y
no inventar un asesino para calmar clamores. Porque si a
Barrenechea lo mató la sensación de inseguridad, a
Brian lo convirtió en asesino la justicia."

Es mi deseo que nuestro sistema punitivo se ilumine,
disponga la inmediata libertad de Brian, y comience a trabajar
con seriedad y responsabilidad de una vez por todas."

La respuesta al email fue mucho mayor a lo esperable. Al
día siguiente las seguían los medios por todos
lados. El Jefe de Policía continuaba aseverando la
autoría y la mayoría de edad, pero sus afirmaciones
habían comenzado a resultar dudosas. Casi de inmediato,
Brian había dejado de ser el asesino consensuado para
pasar a ser una persona de responsabilidad dudosa.

Los medios comenzaron a cruzar entre orillas sin definir
claramente una posición y las noticias podían
circular simultáneamente con informaciones opuestas.

"Cuando Brian fue detenido por el asesinato del ingeniero,
algunos medios de comunicación dijeron que tenía 18
años. "Las maestras nos indignamos: eso es mentira, tiene
dieciséis. Y todos los chicos nos dicen que es inocente",
cuenta Laura Romero, preceptora de la Escuela 141, que comparte
edificio con la 162, a pocos metros de la villa. A su lado
está Nelly Baldano, la docente que envió una
carta abierta
a los medios criticándolos por buscar a "un asesino" y no
"al asesino". Baldano conoce a Brian y a tres de sus hermanos,
que van a esa escuela: "Todos comen en el comedor, son chicos que
se portan muy bien", dijo.

Brian, lo cuentan sus maestros y se ve en las carpetas que
su madre muestra con orgullo, es un alumno que suele sacarse
nueve o diez, sobre todo en matemática
y en plástica. En los últimos días estaba
entusiasmado, pintando un mural con motivos gauchescos para
decorar la escuela, donde se realizará una peña
folclórica."
Veintitres

"No me entra en la cabeza que haya sido así. A
veces, vivir en un determinado lugar estigmatiza a las personas.
Jamás tuvo problemas de conducta", se sobresaltó
Laura Romero, preceptora de la ESB 141, en diálogo
con este diario. "Es un pibe normal: buen alumno, respetuoso,
compañero, que se desvive por jugar a la pelota en los
recreos", describió.

Los maestros de la escuela, en contacto permanente con el
menor, coinciden en que se lo está prejuzgando y que no
hay una investigación seria que demuestre lo
contrario.

Así lo sostiene la docente, abogada y
socióloga Nelly Baldano en una carta abierta, que hizo
llegar a sus colegas y autoridades vía mail. "Lo que
exigimos como pueblo a nuestros gobernantes es que se encuentren
al asesino -cita su texto-. Sin embargo, el sistema, presionado
por los medios de comunicación, lo resuelve encontrando "a
un asesino", y no "al asesino"". La maestra anticipó que
tanto ella como sus colegas se ofrecerán para declarar en
el caso y sumar información sobre la conducta del joven.
"No sabemos qué hace fuera de la escuela pero tenemos
severas dudas de que haya sido el asesino -dijo Baldano-. Es muy
probable que sea un perejil, como dicen sus padres."

Crítica

           
"Un grupo de maestros de la escuela de La Matanza donde cursa
el chico acusado por el crimen del ingeniero salió en su
defensa. "No tiene el perfil de un criminal. Lo detuvieron porque
es pobre", denunciaron. Scioli aseguró que no está
detrás de endurecer la ley."
Página 12

"Brian, además de ser el presunto "asesino", es
alumno de la ESB Nº 141 de La Matanza, que funciona en el
edificio de la EPB Nº 162. Una de las docentes, Nelly Edith
Baldano, que se desempeña como personal de
secretaría de la EPB Nº 162, escribió un
correo
electrónico para brindar un "testimonio positivo"
sobre Brian: "Yo trabajo en esa escuela y lo conozco tanto a
él como a sus hermanos. Como docentes del establecimiento
estamos dolidos por su detención porque lo conocemos lo
bastante como para no creer en la veracidad de esta
imputación…"
La docente es abogada, licenciada en
sociología con un postgrado en investigación científica del delito
y derecho penal
y criminología, que la califica para
comprender la magnitud de la imputación
."
Cuando en las calles se pide por la
seguridad
. Zula, Oct. 29, 2008
zula(arroba)riseup.net [22]

"La docente y sus compañeros, no afirman que Brian
no sea culpable, sino que lo consideran poco probable y exigen
que las pericias e investigación, sobre el caso del
asesinato del ingeniero, sirvan para conseguir al culpable y no
para inventar uno
." Cuando en las calles se pide
por la seguridad
. Zula, Oct. 29,
2008
zula(arroba)riseup.net

"A cuatro días de la detención del supuesto
responsable (según el fiscal Gastón Garbus) del
crimen del ingeniero Barrenechea, los docentes del chico detenido
salieron públicamente a denunciar que la vara de la
Justicia está inclinada y no precisamente sobre la ley
sino sobre el lomo del adolescente. Los maestros, además
de informar que el perfil del chico no coincide en absoluto con
el de un criminal, aseguraron a Página12 que "se
está distorsionando su historia, se lo está
culpando por su color de piel,
por su pobreza y por su extracción social". Como
más dato, aseguraron que "es falso que tenga 18
años, tiene 16". Ante la consulta de este diario, fuentes
judiciales respondieron que "el fiscal tiene la convicción
de que tiene 18, pero de todos modos se está investigando
por otros canales para chequear lo que denuncian los maestros y
los padres". En síntesis,
si los maestros no hablaban la convicción hubiera
convencido
." Página 12

           
Brian fue detenido el día 24 de octubre, durante la
jornada del 25 los docentes salieron a la luz, el día 26
ningún medio masivo de comunicación decía su
nombre, si no que se limitaban a designarlo como Brian, como B.,
o como aquel al que defienden sus maestros. 
         

Algunos días después, se produjo un hecho atroz
en Fuerte Apache. Un gendarme había sido asesinado a
distancia, por un disparo de arma de fuego. Algunos menores
fueron detenidos. Ninguno fue designado por su nombre, y los
docentes salieron a algunos medios a plantear su lucha contra la
criminalización de la pobreza. A partir del caso Brian
habría instaurado en el marco social un nuevo foco de
poder: La palabra de los maestros.

2.4.- El caso Brian, hoy

           
Los días siguientes a la detención de Brian
resultaron abrumadores en cuanto a la información
divulgada, y contradictorios en cuanto a esa misma
información. Por un lado, estaba confirmado y condenado,
por otro, había comenzado a aparecer el nombre de los
verdaderos asesinos, aunque todavía, a modo de
secreto.

En la causa judicial este reconocimiento, informado a
exactamente una semana de la detención de Brian, no
existe, así como tampoco los otros reconocimientos
positivos publicitados. Sin embargo, la presión docente
había logrado una disminución de edad, que si bien
no alcanzaba la real, fue un primer paso en un peleado
camino.

"Uno de los supuestos asesinos del ingeniero Ricardo
Barrenechea fue reconocido ayer por una vecina del profesional,
asesinado durante un asalto en su casa de Acassuso. Se trata de
un adolescente de 17 años que quedó detenido, luego
de una serie de allanamientos realizados en el asentamiento
conocido como "Puerta de Hierro", de La Matanza, tras la muerte
de Barrenechea. La testigo, con identidad reservada, se
presentó ante el juzgado de menores de San Isidro donde,
en una rueda de detenidos, lo habría reconocido como uno
de los responsables por la muerte de su vecino."

Página 12

"No sólo tenía 16
años y fue tratado como un adulto, sino que la
policía lo golpeó para que confesara. Era el
abanderado de la escuela, tal como lo habían dicho sus
maestras. El otro chico que protagonizó la fuga con
sponsors, se entregó y ahora está en La Plata."
Página12
(4/11/08)

Al día de hoy, la causa continúa su
trámite, los medios aún muestran algunos vestigios
ideológicos en las noticias de Brian que divulgan, aunque
son pocos y se trata de periodistas aislados, y los docentes ya
no están solos.

A pesar de que el fiscal Garbus ya no interviene en la causa
con respecto a los menores, sigue brindando información
errónea sobre Brian a todos aquellos que quieran saber.
Otra presión informativa surge a través del
mismísimo Ministerio de Seguridad. Aunque ninguno de los
dos resultan demasiado creíbles dentro del circuito
periodístico, ni el espacio social.

No existen en la causa elementos que pudieran ubicar a Brian
en la escena del crimen, pero para su procesamiento el juez
recurrió a una desequilibrada valoración de la
prueba. Página 12, en fecha 24 de noviembre, hace una
extensa enumeración de los detalles que evidencian un
INDEBIDO PROCESO:

"Ninguna de las huellas digitales relevadas en la casa de
Barrenechea coincide con las de Brian."

"La abogada defensora de Brian, Florencia Arietto,
presentó un largo escrito fundamentando por qué el
chico no tuvo relación alguna con el robo en casa de los
Barrenechea, señalando las irregularidades del proceso y
mencionando con precisión quienes actuaron en el robo.
Esos jóvenes mencionados -dice Arietto- se ufanan en
Puerta de Hierro de haber participado del asalto y esta semana,
uno de los sospechosos, apodado Kitu, llegó al colmo de
amenazar a la madre de Brian. El gobernador Daniel Scioli y el
ministro de Seguridad Carlos Stornelli resolvieron personalmente
ponerle una custodia a Fabiana.

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